No hace mucho estaba charlando con un amigo sobre el feminismo. Él dijo que algunos de los argumentos del feminismo son razonables, sobre todo los del feminismo del siglo XIX. A esto le contesté que, aun aceptando que algunas de las primeras críticas sociales del feminismo eran válidas, el hecho es que se ha transformado en una misándrica fuerza revolucionaria del caos.
Algunos creen que el feminismo no es más que un rancio meme. En la dictadura feminista que es España, es todo menos eso.
En la conversación con mi amigo, mencioné que algunas feministas del pasado, como Andrea Dworkin, argumentaban que el mismo acto de penetración es una forma de opresión y violencia hacia la mujer. Recientemente, en España, las harpías se quedaron en shock al “descubrir” que la gran mayoría de mujeres obtienen más placer sexual de la penetración que de la, ejem, autoestimulación.
Las escandalizadas termagantes proclamaron que esto es una evidencia más de que el patriarcado y la misoginia hacen de la vida de todas las féminas un infierno.
Con motivo del día internacional de la mujer, en el periódico El País, una feminista llamada Najat El Hachmi escribió sin ironía, en un artículo titulado Penes fachas, que el sexo con penetración entre hombres y mujeres es “tan patriarcal” y “tan anticuado”.
Parece que las feministas españolas están poniéndose al día con el resto de las histéricas occidentales. Están reciclando viejos y completamente desmontados razonamientos feministas: la brecha salarial, el techo de cristal, la falta de mujeres policías y soldados, y ahora, la opresión penetrante. Lo curioso es que ninguna refutación de sus argumentos o políticas es suficiente. La revolución feminista, al igual que las guerras de EE.UU. en Oriente Medio, está destinada a ser interminable.
Así que ahora tenemos a una inmigrante marroquí y feminista quejándose, en el periódico de izquierda por antonomasia de España, de que las mujeres que prefieren ser penetradas por un hombre en lugar de masturbarse solas es la nueva crisis feminista. Najat El Hachmi parece ser la principal editorialista feminista de El País. Ha escrito artículo tras artículo sobre el tema. Revisé si había escrito algo sobre sus compatriotas violando y agrediendo sexualmente a mujeres y niñas en España y el resto de Europa… Nada.
Aún más curioso es el hecho de que estas mujeres lamenten y demonicen la penetración cuando, sin embargo, son las sacerdotisas de la nueva religión centrada en el falo femenino. “¡Las mujeres tienen penes!” es el eslogan que ahora se grita a menudo entre las bolchebitches obsesionadas con el género. Me pregunto si sigue siendo patriarcado y opresión cuando es el pene de una "mujer" el que hace la penetración.
Esta es la extraña realidad que han creado las feministas de España y de todo Occidente. Por un lado, las mujeres son oprimidas y victimizadas por una sociedad patriarcal, tanto que incluso las relaciones sexuales son simplemente un reflejo del desprecio con el que se trata a las mujeres. Por otro lado, las feministas de hoy en día reciben con los brazos abiertos a los hombres biológicos con salchicha y dos huevos metidos debajo de sus braguitas de Victoria’s Secret.
La ministra de Igualdad de España (sí, en serio), la desdeñable Irene Montero, hizo una dura campaña para aprobar la Ley Trans. Esta ley permite que cualquier persona mayor de 16 años pueda “cambiar su género”. También convierte a España en el primer país europeo en conceder permisos menstruales retribuidos. Esto viene inmediatamente después de otra ley impulsada por Montero y su séquito de ‘‘las hijas de las brujas que no pudisteis quemar’’ (cosa que casi nunca ocurrió en España, pero como siempre las feministas no dejan que la realidad estropee un buen eslogan), la ley de “solo sí es sí”. Esta nueva legislación ha fracasado totalmente y deja aún en mayor evidencia al Ministerio de Igualdad. Gracias a los enrevesados decretos y los cambios en el estándar legal existente, decenas de delincuentes condenados por delitos sexuales han visto reducidas sus sentencias y, de hecho, han sido puestos en libertad, gracias a “solo sí es sí”. De nuevo las contradicciones de las feministas españolas son vertiginosas. Este mismo gobierno, aparentemente bajo el completo dominio de la ministra de Igualdad y que orgullosamente se declara un gobierno feminista, también aprobó la Ley de garantía integral de libertad sexual en verano de 2022. Con esta ley, según la propia Montero, “ninguna mujer va a tener que demostrar que hubo violencia o intimidación en una agresión para que sea considerado como tal, una agresión sexual”. En otras palabras, todo lo que una mujer tiene que hacer ahora es simplemente acusar a alguien (un hombre) de violencia sexual y así será. Ya varios hombres, incluidos menores de edad, han sido encarcelados injustamente debido a acusaciones falsas. El gobierno feminista, su brazo mediático y los grupos de activistas feministas los descartan como incidentes aislados.
La dictadura feminista no termina ahí. Ahora es posible que una mujer denuncie a un hombre por acoso sexual simplemente porque no le gusta la forma en que le habla. No exagero cuando digo que, en España, ahora corres el riesgo de que te acusen de un delito sexual si le dices ‘‘hola guapa’’ a una mujer. En lo que seguramente no tiene precedentes en la historia legislativa, España ha creado un sistema judicial en el que el comportamiento de los hombres puede ser considerado delictivo por los caprichos de las mujeres. Es la primera vez que la aplicación de la ley será determinada subjetivamente y únicamente por las mujeres. He visto videos de feministas respondiendo a las críticas a esta corrupción de la justicia diciendo “pues os aguantáis”, y estallando en carcajadas de hienas frenéticas.
El feminismo está emponzoñando a España
La consecuencia de todo este feminismo ha sido apagar la llama de la famosa idiosincrasia, extrovertida y sociable, de España. Por supuesto, es también el objetivo general destruir a los machos alfas de España, reducirlos a vacas lloronas e impotentes frustrados, mientras se promueve a los hombres homosexuales como estandarte. He hablado con muchos hombres y chicos españoles sobre esto y todos sienten pocas ganas de interactuar con el sexo opuesto. Todo esto está sucediendo por diseño.
Si antes España era divertida y sensual, ahora es tensa y agotadora. Incluso, muchas mujeres españolas están cansadas de todo esto. Resulta que a las madres y esposas no les gusta mucho ver que la ley española persigue cada vez más a sus hijos y esposos. Resulta que la mayoría de las mujeres españolas, incluidas algunas de sus feministas de la ‘‘vieja escuela’’, no están particularmente entusiasmadas con los hombres biológicos que se precipitan en los espacios femeninos con sus grandes “penes fachas”.
Hablé extensamente sobre la realidad de la vida bajo este insidioso régimen feminista aquí. Muchas personas se sorprendieron al escuchar lo mal que se han puesto las cosas. No comparto estos mensajes desde España porque quiera amargar a la gente, sino, para brindar una perspectiva diferente sobre un país que a menudo es pasado por alto por los nacionalistas en la anglosfera, o visto como un bastión católico. Sí, España es católica culturalmente, pero no son los católicos los que han llevado a cabo esta vez una reconquista en Iberia.
Como dije al comienzo de este artículo, muchas personas actúan como si el feminismo estuviera pasado de moda. Creo que esta es una forma complaciente de pensar. Son muchas las cabezas de la hidra contra la que luchamos, y el feminismo es una de ellas. Casi a diario, veo el daño que causa.
Muchos españoles creen que los días de Irene Montero en la política están contados, que casi nadie en España está contento con lo que ha hecho. Puede que así sea, pero todavía llevará algún tiempo para deshacer los efectos nocivos del Ministerio de Igualdad y reparar las heridas socioculturales que ha infligido. Lo lamentable es que toda esta tontería feminista y trans es eso: tontería. Hoy en día, muchos detectives de Internet se apresuran a etiquetar las noticias como ‘‘una distracción’’. En este caso, creo que tendrían razón en argumentar que la agenda feminista de España es una distracción. Ciertamente, hay temas mucho más importantes que los penes fascistas de España. Sin embargo, todos estaríamos cometiendo un error si pensáramos que ignorar esta tontería significa que desaparecerá.